sábado, 12 de octubre de 2013

Lupita, una guerrera de la vida.

Con su escolta de rancheros,
diez fornidos guerrilleros
y en su cuaco retozón
que la rienda mal aplaca,
Guadalupe la chinaca
va a buscar a Pantaleón.
                        Amado Nervo 


Con este fragmento del poema Guadalupe la chinaca, empiezo esta semblanza de una gran mujer, gran madre, ser humano y amiga, gran persona y que sabe ganarse el cariño de todos aquellos que la rodean, esa es Guadalupe, la que siempre esta riéndose y que tiene una sonrisa dulce, la que grita y hace aspavientos, la  que no duda en decir las cosas como son, la que maldice, pero que a la vez lo hace con gracia, la de los dichos populares y de los dichos propios.

Recuerdo el primer día que la conocí, hace un año justo, y desde ese momento supe que nuestra amistad seria la más hermosa, pero nunca imagine que, en verdad, pronto pasaría a ser como un hijo para ella y ella una madre para mí, desde el primer momento en que nos presentaron,(ya que soy asesor del grupo de adultos mayores a donde asiste), vi al gran ser humano que hay en ella, me recibió con un abrazo muy fuerte y me dio la bienvenida al grupo.

La forma de platicar de ella es muy sencilla, nada de rebuscamientos o florituras, pero siempre amena y franca, y eso es lo mejor, pues siempre tiene una idea que es justa y apegada a lo correcto, ojala todos pudiéramos platicar con alguien así o de plano con todos y así llegar a acuerdos o conversaciones que nos dejen algo positivo y llenas de enseñanzas, de esas que forman el carácter de los que escuchamos y nos hacen crecer como personas.

Sencilla, humilde, sin posturas falsas o pretenciosas, simplemente autentica y con una actitud positiva, siempre activa, siempre luchando, enfrentándose a la vida con todo y siempre con buen talante, con una bella sonrisa dibujada en sus labios que con verla te hace sonreír y cambiar de actitud, este es el porqué del titulo de esta semblanza, pues considero a Lupita una guerrera de la vida y por ello la admiro y la respeto.

Admirable su actitud ante la vida, ante su condición de diabética e hipertensa la cual no le asusta, que no la hace doblegarse, dejarse caer o vencer por estas enfermedades, las enfrenta con valentía y coraje y hasta se burla de ellas, aunque eso si, todo lo pone en manos de Dios y se confía siempre a su voluntad y protección, y es que no es fácil tener 35 años viviendo con estos dos terribles males, los cuales son peligrosos si no se atiende uno adecuadamente.

La voluntad y determinación son características que la distinguen, la entrega, el valor y el coraje la enaltecen, la franqueza, la sencillez, la humildad y su forma de entregarse a aquellos que la rodean la hacen ser una persona ejemplar, digna de reconocimiento y admiración, de quien podemos y debemos aprender, pues vaya que tiene muchas cosas maravillosas que nos pueden instruir.

Siempre atenta a las necesidades de los demás y a sus problemas, más tarda ella en saber que uno esta mal que en recibir uno su llamada o sus palabras de aliento, esa es Guadalupe, la que siempre se preocupa por uno y se entrega sin pedir nada a cambio; la que consuela, la que da su corazón y el alma a los que viven a su alrededor, la que sin importar si te conoce o no, te da siempre la mano y te da su bendición.

Me quedo con aquel primer abrazo y sus palabras de bienvenida, con sus clásicos "Mi precioso", sus "Va a ver", o "Siguele José", con sus palabras dulces, sus bendiciones y plegarias por mi, con su corazón de oro y sus sentimientos maravillosos, con la fortaleza y su entrega a la vida, su devoción por sus hijos- que me cuento entre ellos-, con sus dichos, sus gritos y aspavientos, con la dicharachera manera de hablar, con su gusto por la vida y el vivirla plenamente, pero sobre todo, me quedo con "Guadalupe la guerrera de la vida", pues siempre la llevare en mi corazón y atesorare todo lo que esta gran mujer lleva dentro de su ser.

                                                         José Márquez Velarde.