Guerreros de Dios. (Primera parte).

Jesús lo oyó y dijo:

-"No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Vayan, aprendan lo que significa ‘misericordia quiero y no sacrificios’: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores". Mateo 9:13                          

En un mundo en el que los valores se pierden, las drogas siembran destrucción, muerte, desintegración familiar y de la sociedad, un mundo donde el hombre a perdido la fe y la esperanza y se pierde inevitablemente en un consumismo  y correr desmedido por conseguir los bienes materiales necesarios, sin importar a veces a quien se pise por hacerlo.

Hoy en ese sin fin de males y sombrío destino que parece aguardarnos, veo con agrado, y es de resaltarse, la labor que un grupo de jóvenes guerreros que desde hace años decidieron seguir a Cristo y abrazarlo como su salvador, como su torre, como la piedra angular que le de rigidez y solides a su vida y sea capaz de unir lo divino con lo humano, para con ello vivir en una plenitud espiritual y servir no solo a Dios, sino a sus familias y a aquellos que los rodean y más lo necesiten.

Esta es la historia del Barrio del Señor, la historia de jóvenes -que eran y orgullosamente siguen siendo- Cholos*, que algunos vivieron presos del alcoholismo y de la drogadicción, otros robaron y algunos llegaron a quitarle la vida a alguien, duras realidades, vidas que perdieron el rumbo sin necesidad, historias llenas de tristeza y de dolor, historias que ninguno quisiera vivir y que ellos no quieren volver a repetir.

Jóvenes-hombres y mujeres- que cayeron en la trampa de los vicios, de la marihuana, el chemo- resistol 5000-, del thinner, las tachas entre otras drogas, alcohol y guamas completaban el cuadro, jóvenes víctimas de si mismos, víctimas de una sociedad intolerante que los condenaba por ser como eran, antes que ayudarlos a encontrar la salida a sus problemas y adicciones, fueron criticados, despreciados, incomprendidos, pero todos se negaron a tenderles la mano.

Hablar de los cholos en aquellos años, era hablar de criminales, seres viles, violentos, faltos de educación, personas que no valían la pena y merecían pasar su vida en la cárcel pues su comportamiento ciertamente era violento,
comunes eran las notas periodísticas que hablaban de sus terribles actos, personas navajeadas, golpeadas, riñas entre pandillas rivales donde abundaban los heridos por armas blancas, por piedras y palos; mujeres violadas, personas que eran asaltados por estos jóvenes rebeldes.

Toparse con ellos era algo que ninguno deseaba, y andar por barrios como la Industrial, el Parque Lerdo, Diego Lucero, Villa Juárez, la Martín López,-cariñosamente llamada Martín golpes-, el Palomar entre otros, era simplemente un suicidio, una mala idea, un error de los más grandes que cualquiera que amase su vida podía cometer.

Sí, si eran violentos aquellos jóvenes, sí, si causaron mucho sufrimiento y dolores de cabeza a sus padres y a la sociedad, pero no todo estaba perdido, hubo una esperanza para ellos y esa esperanza se llamaba Cristo, pero no solo era una esperanza sino que para muchos de ellos se convirtió en su salvación; muchos fueron los escogidos por el Señor, tomaron su cruz y siguieron los pasos de Jesús.

Aquí terminamos con la primera parte de éste relato, de ésta maravillosa historia; en próximos días publicare entrevistas con éstos jóvenes guerreros de Dios quienes nos hablaran de sus experiencias, sus dificultades y batallas contra todo aquellos que los llevo por caminos inciertos y desoladores, y nos darán un testimonio acerca de su conversión y entrega a Cristo.


*Actualmente, en los Estados Unidos, esta palabra tiene una connotación negativa y se usa para denominar una persona, típicamente joven, asociada con pandillas y portadora de ciertos atuendos, como pantalones muy sueltos, una camiseta blanca bajo una camisa muy bien planchada con sólo el botón del cuello abrochado, tenis o zapatos. Una imagen, aunque distinta y por lo mismo mal vista por la mayoría de la gente, muy pulcra.