La siguiente historia la podemos situar en cualquier ciudad, los actores principales pudieran ser incluso cualquiera de nuestros familiares. Imaginemos pues un día X, a eso de las 2:00 o 3:00 de la tarde, la ruta 20 Aniversario o la que ustedes gusten, el camión a reventar, todos los asientos ocupados y el pasillo atiborrado, incluso los destinados a los adultos mayores, discapacitados o embarazadas,en los dos situados detrás del asiento del chofer apreciamos a dos jovencitas, muy simpáticas ellas, muy arregladas, ha, y eso si, muy contentas platicando con el chofer de la unidad, entretenidisimas y divertidas ellas y el joven camionero ni se diga; ahora volteamos hacia el lado derecho de la unidad y vemos a dos jóvenes, muy simpáticos ambos, con un lenguaje muy peculiar, graciosisimos ellos, todas estas monerías son con el afán de quedar bien con las muchachas, sin importar lo mal hablado o grosero de su platica, y a la que alegremente se unen ellas.
En la próxima parada se sube un señor, de unos 70 años pongamoslé, algo aproximado por su apariencia, cansado ya por los años, el cual batalla para sostenerse y más por los bruscos arranques y frenares del joven piloto,(todo un Checo Pérez, o Sebastián Vettel, nombre que barbaro), pero ni las muchachas y mucho menos los chamacones hacen por levantarse, y ahora si que, ¿Y el Chofer?, bien gracias, ahí platicando y encantado con las féminas.
Y así se va el pobre señor, aguantando la brusquedad de Checo Pérez(el chofer recuerden), lo apretujado del espacio, su cansancio, su edad, la indolencia de los jóvenes y de el que deberla ser la máxima autoridad dentro de el camión, el cual no es siquiera para decirle a sus bellas acompañantes o a sus Adonis griegos que le acompañan, que le cedan el asiento a ese hombre, el cual lo necesita y merece mas.
Las preguntas ahora son: ¿y hasta donde ira nuestro personaje?, ¿le faltara mucho para llegar a su destino?, ¿ no habrá alguien que se ponga de pie para cederle su asiento?, pensando en estas preguntas estoy, cuando repentinamente el camionero frena intempestivamente, y el señor casi cae, pero afortunadamente alguien lo sujeta a tiempo, los gritos hacia el chofer se hacen presentes, " cuidado", "no traes vacas", "en lugar de ir chacoteando pon atención #%$&/=!", pero nuestro amable chofer no atina a decir algo razonable.
Menudo susto se lleva nuestro compañero de viaje, y como no, si casi cae, y aun a pesar de ello, nuestros simpáticos y jóvenes usurpadores de lugares preferentes siguen como si nada pasara, como si no existiera el caballero en cuestión, como si fuera invisible. En eso miro a través de la ventanilla y veo que apenas vamos por Plaza Vallarta, y el autobús en vez de vaciarse, sigue llenándose, esto se vuelve mas peligroso para pobre señor.
Subitamente y ante el agrado mio y de muchos, un hombre se levanta y dice: " Disculpe usted señor por la falta de atención, mire, siéntese usted por favor". Aplaudible actitud la de este hombre, digna de reconocimiento y de que le agradezcamos todos en nombre de nuestro apreciable adulto mayor, a quien los años y las enfermedades han golpeado, pero lo mas triste de todo, lo que quema y hiere mas, lo que mas duele y afecta, es ¡LA INDIFERENCIA!.
Mi recorrido llega a su fin, he llegado a mi destino, el camión ya va mas vacío, me dispongo a bajar de la unidad y en eso veo que nuestro amigo también lo hará en la misma parada que yo, miro sus pasitos tiernos y lo veo batallar para llegar a la puerta, veo como con dificultad intenta bajar los escalones, y en eso nuestro joven operador de transporte público empieza a apurarle, desesperado acciona los frenos y se deja oír el característico sonido del aire comprimido que escapa ante cada pisada al pedal de los frenos, me apresuro hasta la puerta frontal y le tiendo la mano ayudándole a bajar, su "calvario" ha terminado, me agradece encarecidamente y me dice: Dios lo bendiga joven, y ojala no pase usted lo que vivo yo todos los días.
Casos como este hay muchos, día a día, y la historia es la misma, los actores, hombres y mujeres, lo padecen constantemente, reflexionemos acerca de esto y seamos mas humanos, respetemos a los adultos mayores y a las personas con discapacidad, pensemos que tal vez, en un día no muy lejano, seamos nosotros los que nos encontremos ante esta triste situación.
Espero sus comentarios y reflexiones, agradeciéndoles de ante mano su atención.
En la próxima parada se sube un señor, de unos 70 años pongamoslé, algo aproximado por su apariencia, cansado ya por los años, el cual batalla para sostenerse y más por los bruscos arranques y frenares del joven piloto,(todo un Checo Pérez, o Sebastián Vettel, nombre que barbaro), pero ni las muchachas y mucho menos los chamacones hacen por levantarse, y ahora si que, ¿Y el Chofer?, bien gracias, ahí platicando y encantado con las féminas.
Y así se va el pobre señor, aguantando la brusquedad de Checo Pérez(el chofer recuerden), lo apretujado del espacio, su cansancio, su edad, la indolencia de los jóvenes y de el que deberla ser la máxima autoridad dentro de el camión, el cual no es siquiera para decirle a sus bellas acompañantes o a sus Adonis griegos que le acompañan, que le cedan el asiento a ese hombre, el cual lo necesita y merece mas.
Las preguntas ahora son: ¿y hasta donde ira nuestro personaje?, ¿le faltara mucho para llegar a su destino?, ¿ no habrá alguien que se ponga de pie para cederle su asiento?, pensando en estas preguntas estoy, cuando repentinamente el camionero frena intempestivamente, y el señor casi cae, pero afortunadamente alguien lo sujeta a tiempo, los gritos hacia el chofer se hacen presentes, " cuidado", "no traes vacas", "en lugar de ir chacoteando pon atención #%$&/=!", pero nuestro amable chofer no atina a decir algo razonable.
Menudo susto se lleva nuestro compañero de viaje, y como no, si casi cae, y aun a pesar de ello, nuestros simpáticos y jóvenes usurpadores de lugares preferentes siguen como si nada pasara, como si no existiera el caballero en cuestión, como si fuera invisible. En eso miro a través de la ventanilla y veo que apenas vamos por Plaza Vallarta, y el autobús en vez de vaciarse, sigue llenándose, esto se vuelve mas peligroso para pobre señor.
Subitamente y ante el agrado mio y de muchos, un hombre se levanta y dice: " Disculpe usted señor por la falta de atención, mire, siéntese usted por favor". Aplaudible actitud la de este hombre, digna de reconocimiento y de que le agradezcamos todos en nombre de nuestro apreciable adulto mayor, a quien los años y las enfermedades han golpeado, pero lo mas triste de todo, lo que quema y hiere mas, lo que mas duele y afecta, es ¡LA INDIFERENCIA!.
Mi recorrido llega a su fin, he llegado a mi destino, el camión ya va mas vacío, me dispongo a bajar de la unidad y en eso veo que nuestro amigo también lo hará en la misma parada que yo, miro sus pasitos tiernos y lo veo batallar para llegar a la puerta, veo como con dificultad intenta bajar los escalones, y en eso nuestro joven operador de transporte público empieza a apurarle, desesperado acciona los frenos y se deja oír el característico sonido del aire comprimido que escapa ante cada pisada al pedal de los frenos, me apresuro hasta la puerta frontal y le tiendo la mano ayudándole a bajar, su "calvario" ha terminado, me agradece encarecidamente y me dice: Dios lo bendiga joven, y ojala no pase usted lo que vivo yo todos los días.
Casos como este hay muchos, día a día, y la historia es la misma, los actores, hombres y mujeres, lo padecen constantemente, reflexionemos acerca de esto y seamos mas humanos, respetemos a los adultos mayores y a las personas con discapacidad, pensemos que tal vez, en un día no muy lejano, seamos nosotros los que nos encontremos ante esta triste situación.
Espero sus comentarios y reflexiones, agradeciéndoles de ante mano su atención.
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